martes, 29 de septiembre de 2009

EL ORDEN DE LA MEMORIA EN MC GREGORADAS 2009






"EL ORDEN DE LA MEMORIA", la última obra de Salvador Gutiérrez Solís, me ha parecido una novela excepcional -una de las mejores que he leído este año sin duda - por varias razones:

La primera de ellas, porque consigue algo tan difícil como un equilibrio perfecto entre contenido y forma en una historia en la cuál confieso me sentí atrapado desde prácticamente las primeras páginas. La novela me gusta porque la historia tiene mucha enjundia, es entretenida, amena y se lee muy bien pero también porque está narrada con una claridad meridiana, con suavidad, sin estridencias, en un tono que me atrevería a definir como "pacífico" aunque no por ello menos virulento o demoledor. Creo sinceramente que la novela fluye estupendamente y que presenta algunos hallazgos muy brillantes como el hecho de que el personaje principal interrumpa con algún comentario breve (muy breve)lo que el narrador nos cuenta o el hecho de que Gutiérrez Solís opte por lo que yo llamo - evocando al gran Hergé - una "línea clara" narrativamente hablando.

En segundo lugar, me encantan los personajes. El protagonista principal de la historia, eje central de la novela, es Eloy Granero, un hombre que prácticamente nació con un pan debajo del brazo, una suerte de "Ciudadano Kane" de Todo a 1 €.. Capítulo a capítulo se nos va desgranando la peculiar biografía de este sujeto, dueño de "Almacenes Granero", un negocio familiar con sucursales en toda España (y parte de Portugal) que heredó tras la muerte de su padre sin oponer resistencia alguna. Lo importante para él es el orden y una afición: la fotografía. Guarda en una cantidad innumerable de carretes sin revelar cada uno de los momentos de su vida porque para Eloy, "la fotografía es el orden de la memoria". Da la impresión de que toda su existencia ha sido un "dejarse llevar" y padece de una apatía crónica, una especie de aburrimiento existencial con el que ha aprendido a convivir y que tampoco le molesta demasiado. Pero en esta biografía en la que no parece haber grandes sobresaltos ni sucesos de excesivo interés de pronto descubrimos un punto oscuro, un hecho brutal y terrible que protagonizó con su primo Rafa y que lo ha marcado de por vida. Sin embargo, este suceso no le atormenta demasiado - le obsesiona pero no le atormenta - y lo que le preocupa más bien es no sentir el menor remordimiento. Curiosamente, y al menos en mi caso fue así, el personaje está descrito de tal manera que no me provocó la menor antipatía aunque tampoco llegué a solidarizarme con él. Y esto es gracias a Salvador Gutiérrez Solís que a lo largo de la novela ha conseguido que conozcamos "sus razones" y podamos llegar a entenderlo. Tampoco produce lastima o pena su situación. Su existencia alcanza eso sí un grado de patetismo del que somos conscientes los lectores pero quizá no tanto Eloy.

Claudia es la co-protagonista de la historia, dueña de la tienda a la cuál acude desde siempre Eloy a revelar sus carretes de fotos. De alguna forma, esta mujer solitaria conoce toda la vida de éste a través de sus fotografías y ha imaginado que vivía con él muchas de las situaciones o momentos retratados: viajes con cada una de sus mujeres, fiestas o celebraciones... En cierto modo, ella se siente como una suerte de esposa, fiel, paciente y sumisa, estableciendo en su mente una relación sentimental inexistente en la realidad (algo que de lo que ella es consciente) pero que le ha ayudado todos estos años ha sobrevivir y a llevar con más ilusión su propia existencia.

Alrededor de Eloy pivotan otros personajes pero sin duda Claudia es el más importante o trascendente de todos. Estos "actores secundarios" nos ayudan a conocer a Eloy: su primo Rafa, su amigo Taylor, su hermana Laura, su madre etc. Todos ellos nos ayudan a encajar las piezas de un hombre aparentemente gris y sin interés pero con muchos recovecos, mucho que ocultar y mucho que aparentar.


La tercera razón - y algo que considero fundamental para catalogar a una novela de excelente - es que se trata de una novela absolutamente imprevisible. Mientras la leía no hacía más que preguntarme: "Y esto ¿Cómo va a terminar?", porque la verdad es que no se me ocurría cuál podía ser el desenlace de la historia, en que podía desembocar finalmente todo. Y efectivamente, en ese sentido, el final rompe cualquier esquema previo que uno se puede hacer. No es que sea sorprendente o alucinante. Lo que choca precisamente es esa naturalidad con la se resuelve (o no se resuelve, quién sabe) el asunto. Había muchas formas de terminar esta novela; pues bien: Gutiérrez Solís no opta por ninguna de las soluciones típicas y tópicas de la novela negra o policíaca. Tampoco se decanta por un final melodramático, llorón o exagerado. Sorprende, pienso yo, por eso precisamente, porque rompe moldes.

Pero lo mejor de todo es que EL ORDEN DE LA MEMORIA es de esas novelas que uno siente que tengan que terminar. De hecho, ralenticé intencionadamente la lectura de los últimos capítulos porque ese motivo, para que no se acabará, para que permaneciera en mí un poco más los personajes, la trama, las reflexiones...

Finalmente, El ORDEN DE LA MEMORIA admite -es aconsejable y necesario que sea así - una lectura profunda en la que no se nos invita a reflexionar sobre el paso del tiempo y en general sobre como construimos nuestra propia existencia. En toda vida de una persona existen momentos transcendentales de los cuáles depende lo que será nuestro futuro, el devenir de nuestra vida. Con frecuencia, se nos ofrecen varias opciones y uno - mitad a ciegas, mitad por intuición - va tomando decisiones. En realidad, la existencia humana no es más que un intentar encontrar cuál es nuestra misión en la vida, para qué estamos aquí y que coño tenemos que hacer para ser felices. En el caso del protagonista de la historia el opta quizá por la solución más cómoda: heredo el negocio de mi padre y ya tengo la vida resuelta. Sin embargo, esta decisión es la que rige el rumbo de su existencia y ya no hay vuelta atrás.

(C) Joseph B Macgregor

sábado, 26 de septiembre de 2009

EL ORDEN DE LA MEMORIA (imágenes)



miércoles, 23 de septiembre de 2009

EL ORDEN DE LA MEMORIA (un brevísimo fragmento)











"Por la noche, sola, en casa, Claudia repasa todas las fotografías que posee de Eloy Granero, ordenadas cronológicamente en álbumes de pasta dura. Comprueba cómo han pasado los años, en él y en ella; juntos, a su manera. Mentalmente, revive todos esos momentos que sólo ha disfrutado gracias a los montajes. Consigue fabricar algunos instantes repletos de algo parecido a la felicidad...".

domingo, 20 de septiembre de 2009

EL ORDEN DE LA MEMORIA (un brevísimo fragmento)












Cada dos o tres meses Eloy revisa las fotografías, y algunas ya han perdido el interés; no recuerda por qué las guardó, y las borra. El tiempo es un filtro implacable. El tiempo es el orden de la memoria.

sábado, 19 de septiembre de 2009

EL ORDEN DE LA MEMORIA (imágenes)




domingo, 13 de septiembre de 2009

DE EL ORDEN DE LA MEMORIA HAN DICHO:




















































Muchas son las virtudes de esta novela, como la primorosa construcción de cada uno de los integrantes de su nutrido corro de personajes… Pero sin duda la más llamativa de sus bondades es su originalísima estructura…”

Félix Palma, Revista Mercurio.

Estamos ante una obra de altas ambiciones literarias, excelentemente narrada, y dotada de una gran fluidez.

David G. Panero, Prótesis.

“Así que ya lo saben, ¿andan en busca de cuál será su siguiente libro a devorar?, El orden de la memoria de Salvador Gutiérrez Solís es una adquisición indispensable.

Sergio Mendoza, Gaceta Editorial.

“Con todo esto, tenemos motivos de sobra para salir corriendo a conseguir este soberbio título, porque si destacamos estas tres cuestiones, es porque son tan evidentes que no podemos obviarlas, destacan muy por encima de la media; pero tengan a buen seguro que el resto acompaña perfectamente. Un gran libro”.

El Placer de la Lectura

“Un retrato de personajes sencillos y la búsqueda de recuerdos olvidados en viejos negativos fotográficos. El autor nos recuerda que a menudo la mejor inversión es el tiempo que uno dedica a sí mismo. Parte de esa inversión puede empezar con la lectura de este libro”.

A mí me gusta leer

“El orden de la memoria es una gran novela de ahora mismo que se leerá bien siempre, es la precisión y es la sugerencia en el relato, esa sutileza que narra en los detalles de tantos personajes verdaderos pura vida cierta, una fotografía del desastre”.

Joaquín Pérez Azaústre, Grupo Joly.

“Con El orden de la memoria (2009) Gutiérrez Solís da un salto vertiginoso en su trayectoria narrativa, no solo a nivel editorial, mucho más comercial y de mayores posibilidades, sino en el planteamiento de la propia historia”.

Pedro M. Domene, Cuadernos del Sur.

“Hay que reconocer la evidencia: Gutiérrez Solís sabe perfectamente lo que se hace; el pulso sereno y la fría constancia que antes citaba son muestras de un creador en plenas facultades, maduro, con oficio y sabiduría”.

Juan Gómez Espinosa, La Tormenta en un Vaso.

Un monumento al flashback y a la estructura cinematográfica… Salvador Gutiérrez Solís escribe su Ciudadano Kane”.

Elena Medel, Calle Veinte

jueves, 10 de septiembre de 2009

EL ORDEN DE LA MEMORIA

domingo, 6 de septiembre de 2009

EL ORDEN DE LA MEMORIA (un brevísimo fragmento)

























"No se trata de nada extraño, sólo es una manía, una afición, que Eloy conserva desde su etapa universitaria. Le encanta, adora, planchar, las camisas. Para él es un auténtico placer escuchar música mientras plancha. Se evade, deja de estar en este mundo, no hay nada que le relaje tanto".

viernes, 4 de septiembre de 2009

RESEÑA EN LA REVISTA PRÓTESIS





º







De las novelas de Simenon a las películas de Chabrol, de las novelas de Thierry Jonquet al cine social de Tavernier, todas ellas son referencias que planean sobre El orden de la memoria.

El lector ocasional podrá sorprenderse por la exhaustividad, rayana en lo maniático, con que El orden de la memoria relata todo lo referido a su protagonista, el joven empresario Eloy Granero. En poco menos de 300 páginas conoceremos sus gustos, sabremos cuál es su prostituta favorita, a qué local va a tomar las copas después del trabajo, cuantas baldas de la estantería dedica a archivar esas revistas de decoración que lee en sus días libres, mientras pica de un plato de frutos secos… También le conoceremos a él, y sabremos de su indiferencia hacia casi todo, de la distancia que le separa de los demás, de su propio trabajo. Pero la memoria impone un orden determinado, pone a cada uno en su sitio, y llevará a Eloy Granero a asumir partes de su pasado, esas partes que él pensaba que habían quedado enterradas, y que, en cierta manera, siguen ahí.

Con esta novela, Salvador Gutiérrez Solís sigue el camino marcado por tantos escritores norteamericanos, que nos quieren convencer del realismo y la verosimilitud de sus trabajos literarios. Ahí es nada. Escritores como Truman Capote, Raymond Carver o Bret Easton Ellis tienen en común el realismo. Y aunque no siempre hayan basado su obra en hechos reales, se suelen servir de su capacidad de convicción para hacernos creer que lo narrado sucedió tal y como se cuenta, que es parte de la vida cotidiana, que pudo pasar ahí mismo, a tiro de piedra.

Por otro lado, Gutiérrez Solís no quiere desvincularse de su tradición continental, al dar preponderancia al ambiente social en el que se enmarca su protagonista, dando lugar a interesantes apuntes costumbristas. De las novelas de Simenon a las películas de Chabrol, de las novelas de Thierry Jonquet al cine social de Tavernier, todas ellas son referencias que planean sobre El orden de la memoria. No espere el lector explicaciones muy evidentes, justificaciones mecanicistas o alusiones a traumas infantiles; habrá de implicarse para profundizar en el personaje y comprenderlo.

Resulta muy clarificadora la afición de Eloy Granero por la fotografía, y ahí podríamos tener la clave de la novela. Acumula montones de carretes que nunca revela, quizás pensando que si no llegan a verse esas fotografías, los hechos retratados en ellas desaparecerán, como si nunca hubieran tenido lugar. Pero la memoria, insistimos, impone su propio orden, y emergerán las viejas culpabilidades. Y si no culpabilidades, sí al menos asuntos molestos o comprometidos, que obligarían a dar más explicaciones de las necesarias. Otra baza de la novela, claro está, es su falta de moral didáctica. Salvador Gutiérrez Solís no pretende aportar un ejemplo a seguir ni ilustrar las consecuencias que acompañan a determinados comportamientos.

El autor, muy acorde con lo que nos está contando, nos muestra con precisión fotográfica las entrañas de su personaje, del ambiente que le rodea. Pero quizás tanta capacidad para el detalle reste intensidad a la novela, al perderse en algunos momentos la perspectiva de conjunto.

En suma, estamos ante una obra de altas ambiciones literarias, excelentemente narrada, y dotada de una gran fluidez. Podría decepcionar a los lectores habituales de género negro, ya que en este caso, el crimen no es un fin en sí mismo, sino un punto de partida desde el cual estudiar sus implicaciones. Es más, frente a la habitual ritualización de la violencia, al aura mítica y mitómana con que se envuelve –en la ficción, y, cada vez más a menudo, en la realidad– a los asesinos, se agradecen novelas como esta, donde lo que predomina es el aspecto cotidiano del delito y su naturaleza banal, lejos de las grandilocuencias a las que estamos tan acostumbrados.

David G. Panadero

miércoles, 2 de septiembre de 2009

EL ORDEN DE LA MEMORIA (un brevísimo fragmento)

"De Rosa, Eloy Granero lo podría contar todo, con detalle, escribir cada centímetro de lo que representa, y de lo que es, y deja de ser. Se trataría de una radiografía borrosa, desde luego. Excesiva distancia, poca luz. También podría ser una radiografía de la nada, transparente".

martes, 1 de septiembre de 2009

EL HOMBRE SIN REMORDIMIENTOS (Reseña de El orden de la memoria de Félix Palma)


Revista Mercurio
Félix Palma

Frente a esos autores que irrumpen súbita y atronadoramente en los escaparates con una novela superventas cuyo éxito en la mayoría de los casos no podrán volver a reproducir, y de los que uno tiende a desconfiar porque parece que la vocación de escribir les vino dada con la compra del ordenador, se encuentran los escritores de fondo, que fermentan parsimoniosamente en la barrica de su universo literario, explorando el territorio de sus obsesiones y lecturas con cada obra que publican. Gutiérrez Solís pertenece a este último bando de escritores que cosechan sus adeptos novela tras novela, otorgándoles el privilegio de seguir su evolución y festejar cada nueva publicación.
Tras probar distintos registros, el escritor cordobés parece haber encontrado el tono en el que se siente más cómodo y más puede ofrecer, como comprobará todo aquel que se aventure en las excelentes páginas de El orden de la memoria, novela protagonizada por Eloy Granero, presidente de la cadena de Almacenes Granero, imperio que dirige con una mezcla de cautela y apatía, limitándose a velar el negocio heredado de su padre, sin arriesgar nunca. Dicho talante, que también reproduce en el plano personal, sorprende al lector en un principio, logrando que el personaje nos resulte francamente antipático, pero la escritura del autor, salpicada de ironía y un deliberado desapego, y su modo casi sádico de cincelar a su criatura, enseguida consigue que nuestro rechazo inicial mude en simpatía. Finalmente, a medida que las piezas del puzzle se van ensamblando, nos descubrimos entendiendo a la perfección su comportamiento, ese dejarse llevar por los días sin ofrecer resistencia, ese actuar por inercia, como un avión que surca el cielo en piloto automático hacia un destino establecido de ante mano. Eloy Granero es incapaz de disfrutar del mundo porque un suceso de su pasado lo ha convertido en una suerte de autómata que, pese a carecer de remordimientos, no puede conquistar la paz del olvido.
Muchas son las virtudes de esta novela, como la primorosa construcción de cada uno de los integrantes de su nutrido corro de personajes, especialmente Matías, el talismán del protagonista, al que reserva la escena más tarantiniana de la novela, o su primo Rafa y su amigo Taylor, dos modelos diferentes de una misma rabia interior. Pero sin duda la más llamativa de sus bondades es su originalísima estructura, que redime la sencillez de una trama que probablemente haya sido escogida por el autor en base a esa misma sobriedad, pues le permite poder desbaratar su cronología y presentarnos la narración con sus elementos desordenados, para luego reordenarla en el tramo final como quien realiza un truco de magia, estableciendo un acertado paralelismo entre arquitectura y trama que delata la habilidad con la que Gutiérrez Solís elabora cada una de sus obras.

www.revistamercurio.es