sábado, 9 de mayo de 2009

ENTREVISTA EN EL DÍA DE CÓRDOBA

"Estoy empeñado en ordenar y seleccionar mi propia memoria"

El cordobés relata las oscuras pasiones de un triunfador en 'El orden de la memoria', una obra en la que confirma su dominio de las más sofisticadas formas novelísticas

ALFREDO ASENSI / CÓRDOBA | ACTUALIZADO 10.05.2009 - 05:00
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Salvador Gutiérrez Solís, con su nueva novela.

Salvador Gutiérrez Solís da un nuevo paso en su trayectoria novelística con El orden de la memoria, una obra sobre la perversión y las trampas del éxito que acaba de ser publicada por la editorial Destino. 

-¿Conoce a muchos Eloy Granero?

-En la apariencia externa, los últimos años han sido prolíficos en tipos como Eloy Granero. Es decir, personajes asociados al dinero, entendiendo el dinero como gran paradigma social. Muchos de estos personajes han sido modelos, una especie de iconos, incluso espejos en los que mirarnos. En muchos casos no han soportado el paso de los años o de esta crisis que actúa como un ciclón ante muchos falsos castillos: los creíamos de oro y mármol y no pasan de papel con tonalidades brillantes. Sería de agradecer que muchos de estos Eloy no escondan en su interior otra vida como la del personaje de El orden de la memoria. Sin embargo, a pesar de su apariencia externa, Eloy Granero no se siente feliz con la imagen que desprende.

-Ese personaje sale todos los días en los telediarios: poderoso sin brillo que lo tiene todo y no tiene nada, conciliador perfecto de la elegancia y la mediocridad, el glamour y la perversión...

-Aun siéndolo, aunque su estilo de vida o sus ingresos nos inviten a pensarlo, Eloy Granero no se siente una persona poderosa. Todo lo contrario. Creo, sencillamente, que Eloy Granero es un tipo devorado por los malos momentos, por su propia casuística… En El orden de la memoria trato de analizar hasta dónde podemos llegar, qué sería de nosotros si las condiciones más nefastas se combinaran y ensamblaran en nuestra contra durante un minuto o diez segundos… Y cuando me refiero a estas condiciones nefastas no estoy señalando aquellas condiciones más habituales y rutinarias de nuestras vidas, como: "Estoy estresado", "Se me ha perdido el tabaco de la guantera del coche", "He discutido con mi mujer porque me pone los cuernos", "He dejado a mi hijo en casa con cuarenta de fiebre", "Mi jefe me quiere despedir"... No es eso, no. Me refiero a la debilidad personal que te lleva a escoger modelos que consideras inalcanzables, a lo que esperan de ti los demás, a no sentirte a gusto con tu vida… 

-¿Así es la sociedad en la que vivimos? ¿Todo es fachada, imagen, exhibición, cadáveres en el armario, turbiedad? ¿Hay posibilidades de regeneración ética? 

-Vivimos devorados por una pandemia que es inmensamente más voraz y dañina que la gripe porcina. Vivimos devorados por la saturación informativa, y eso que yo considero que la información es el camino de la libertad: la correcta información. Pero ésta nos llega sin procesar, sin digerir, y con una dura competencia entre sus emisores. Al final, percibes que las personas que no comulgan con la exhibición, que no coleccionan muertos en su armario, las que practican cada día, en sus familias, en sus trabajos, en sus barrios o en sus círculos de amigos, una auténtica y real regeneración ética (que son muchas, en muy diferentes ámbitos sociales), son invisibles, no las conocemos. No nos muestran sus rostros, desconocemos sus nombres, no interesan, no son argumentos sólidos con los que seguir compitiendo. 

-Es muy interesante el papel que la fotografía adquiere en la obra. Por un lado, como vía para afrontar la realidad desde una perspectiva que facilite su comprensión, incluso para construir esa realidad; por otro, como representación del orden imposible que el protagonista quiere conceder a su vida.

-La fotografía es fundamental en El orden de la memoria. En realidad, tanto el orden de la memoria como las fotografías son lo mismo: el tiempo. El tiempo es el que realmente selecciona, clasifica y ordena nuestra memoria. El que escoge esos instantes, esos rostros, esas emociones que merecen mantenerse vivas en nuestro interior. Eloy Granero intenta, por todos los medios, controlar su memoria, extraer de ella acontecimientos que considera dañinos, de los que se arrepiente en cierto modo, que no le son gratos… Sin embargo, tanto el tiempo como la fotografía juegan en su contra, están ahí recordándole lo que es..., lo que tal vez siempre será.

-La novela puede ser analizada a partir de conceptos cinematográficos: por ejemplo, el uso del flashback y del montaje, dos herramientas que usted maneja como recursos narrativos de primer orden.

-Tal vez alguien no entienda lo que voy a decir, pero es lo que realmente me sucedió. El orden de la memoria, en su construcción, es una novela bipolar, en el sentido de que tardé muy poco tiempo en definir su primer trazado, pero luego me ha llevado años concluirla. Y tardé tan poco en escribir el primer borrador porque veía la novela. Estaba frente a una gran pantalla y sólo tenía que contar lo que estaba viendo… Esa visualidad que yo sentía traté de incorporarla a la novela desde el principio. De hecho, empleo técnicas cinematográficas en esta obra, en la que el flashback tiene un protagonismo absoluto, y, por supuesto, el montaje. También intenté que las descripciones fueran planos, imágenes muy concretas que la cámara es capaz de recoger en un breve barrido. La redacción posterior me ha llevado tanto tiempo, sobre todo, por respetar esa visualidad. Cada plano es la pieza de un puzzle que poco a poco va encajando, y necesitaba que fueran planos muy limpios, muy concretos, que nunca perdiera el lector la información necesaria.

-La narración va y viene sobre sí misma, continuamente se retroalimenta al tiempo que se expande. Construye usted un sistema narrativo en el que cada pieza encuentra su sitio y en el que, a pesar de su carácter no lineal, es imposible perderse. ¿Nace esto de una conciencia previa absoluta de cada detalle de la historia? 

-Cuando un creador comienza una obra, ya sea un músico, un cineasta o un pintor, en su mente habita un deseo, una esperanza de lo que quiere que sea su obra una vez finalizada. En multitud de ocasiones, la distancia entre el deseo y la realidad es enorme, no se sitúan en el mismo punto. Es una situación muy frustrante, que yo he vivido y padecido en algunas obras anteriores. Sin embargo, y no quiero padecer vanidoso, en El orden de la memoria eldeseo y la realidad se sitúan en el mismo punto. Es una novela absolutamente premeditada, no he dejado nada al azar, todo se desarrolla según lo que había previsto con anterioridad. En esta novela, por decirlo de algún modo, siento que he aprendido a contenerme, a seleccionar y a esperar. En más de una ocasión he congelado deliberadamente la novela para volver a ella un tiempo después, con ojos nuevos, diferentes. Me tenía que alejar de ella para comprobar, desde la distancia, que no había rincones oscuros, que no había siluetas difusas, que todo era nítido.

-Llama la atención también el diálogo que se produce entre el narrador y el personaje. Este último matiza o explica con frecuencia las afirmaciones del narrador. Como si el personaje fuera consciente de que alguien está contando sus miserias y no le importara... 

-De igual manera que siempre tuve muy claro que Eloy Granero debía pertenecer a una posición social elevada, para no caer en el estereotipo ese que nos habla de que hay "gente predestinada a…", también siempre tuve claro que no podía utilizar un narrador omnisciente sin más. Es un narrador entrometido y comprometido, con afán de protagonismo, que en muchísimas ocasiones es un personaje más de la novela. Y un personaje vivo, con sus propias reflexiones y sus propias dudas. Un personaje a ratos quejica, irónico, burlón…

-¿Está en orden su memoria?

-En ese sentido, y sólo en ese sentido, lo recalco, sí guardo un cierto parecido con Eloy Granero. Estoy empeñado en ordenar y seleccionar mi propia memoria. No quiero conservar en ella el dolor, los malos momentos, el sufrimiento propio y el de mis seres queridos… No los quiero conservar, pero, al mismo tiempo, tampoco los quiero olvidar… Son lecciones que la vida te da y que inciden en tu construcción personal.

Alfredo Asensi
El Día de Córdoba

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