jueves, 21 de mayo de 2009

UNA ENTREVISTA PERSONAL (Iª PARTE)


Es un día soleado. Salvador Gutiérrez Solís me espera sentado, en la terraza de la cafetería. Le acompañan un cigarrillo, que humea en el cenicero, un café y un ejemplar de su flamante nueva novela, El orden de la memoria, publicada por Ediciones Destino.

 

Entrevistador: Me encanta la portada.

 

Salvador Gutiérrez Solís: Es la portada perfecta para esta novela, es algo que podrán descubrir todos los que la lean. En cierto sentido, casi se puede entender como un resumen, o casi como un capítulo más de El orden de la memoria. Es un fragmento de una obra titulada “Black dress” del pintor norteamericano Alex Katz. El acierto de mi editora, Silvia Sesé, es total, un acierto absoluto.

 

E: ¿No escogió usted la portada?

 

SGS: No, no… Yo soy escritor, o intento ser escritor… Hace ya años que decidí no involucrarme en tareas que desconozco o para las que no me siento preparado.

 

E: Hablemos de El orden de la memoria, su primera novela en una editorial de las llamadas “grandes”, en Ediciones Destino. ¿Ha notado el cambio, que le ha supuesto, por el momento?

 

SGS: Cuando comencé a escribir esta novela no sabía que acabaría siendo publicada por Ediciones Destino, aunque sí tuve muy claro, desde los primeros capítulos, que me depararía buenas y agradables sorpresas. Hacerlo en esta editorial ya es una gran noticia para mí. ¿Cambios? El mayor cambio que espero es el de poder llegar a un número más amplio de lectores, el ser más asequible, más visible, en todos los sentidos. Aunque estos cambios los podría calificar como “externos”, ya que los “internos” los vengo notando y disfrutando desde hace meses. Mi editora, Silvia Sesé, es un magnífico exponente de ese perfil de editor que se está perdiendo en el sector editorial español. O sea, una persona que lee tu obra con otra percepción, que te propone cambios, que te acompaña en la corrección, que te sugiere propuestas… Los escritores nos situamos en el mismo plano que nuestras obras, lo que nos provoca una aguda miopía que nos impide descubrir esas sombras que sí son perceptibles desde la distancia…

 

E: ¿Me podría explicar como ha sido el proceso de redacción de esta novela, cómo surgió?

 

SGS: Voy a utilizar una palabra muy actual: BIPOLAR. Porque, realmente, ha sido un proceso bipolar. Por una parte, el grueso de la novela, el primer borrador, lo escribí en apenas veinte días. Un buen día me encontré con un poema de Raymond Carver que planteaba una pregunta final, una semana después vi una película, cuyo título prefiero obviar, y finalmente leí una noticia en la prensa que respondía a la pregunta de Carver. Estaba ahí, delante de mis ojos, en un curioso puzzle que el azar o la casualidad me quiso regalar, El orden de la memoria. Fueron veinte días maravillosos y angustiosos; maravillosos porque no cesaba de escribir, pero angustiosos porque temía dejar dentro de mi cabeza todo lo que albergaba. Sin embargo, la otra parte de la citada bipolaridad, todo el proceso de corrección, selección, precisión, ha sido muy lento y laborioso, un trabajo de casi tres años.

 

E: ¿Qué nos puede contar de El orden de la memoria?

 

SGS: Estilísticamente, es mi novela más precisa, más limpia, más clara y visual. He tratado de ofrecer una escritura sin adornos superfluos, muy comedida… Estructuralmente, es mi novela más compleja, más arquitectónica… me ha llevado mucho tiempo lograr que todas las piezas encajen, que ninguna quede fuera de su lugar… Argumentalmente… voy a tratar de ser prudente, pero lo cierto es que me da miedo confesar la coincidencia de El orden de la memoria con la actualidad que inunda cada días las portadas de los periódicos… y es que tres de los grandes temas o protagonistas de esta novela son: la economía/mundo empresarial, las desapariciones/asesinatos de chicas jóvenes y los cerdos… Si me hubiera dado por citar a Carla Bruni o a Obama parecería una de esas Tv movies que estrenan quince días después de haberse producido la noticia… En El orden de la memoria, esa coincidencia es absolutamente casual.

 

E: Quien se acerque a El orden de la memoria sólo va a encontrar al Gutiérrez Solís sarcástico e irónico de anteriores títulos en breves pinceladas. ¿Cree que puede decepcionar a parte de sus lectores?

 

SGS: En primer lugar, no sé lo que es “mis lectores”. Propongo una fiesta, que los invito a todos, yo pago la cerveza. En segundo lugar, creo que sí decepcionaría verdaderamente a “mis lectores” si libro tras libro les ofreciera el mismo modelo de narración, la misma propuesta estética… El placer mayor que me produce la literatura es el aprendizaje, y sólo aprendo o crezco planteándome nuevos retos. No soy conformista, me niego a ser hoy el mismo escritor que fui ayer o el que seré en el futuro. Hay un tipo de escritor que detesto: el que, bajo diferentes títulos, se pasa toda la vida contando la misma historia, y de la misma manera. Eso es como ver el mismo gol de Raúl domingo tras domingo… Aunque se trate de un gol magistral…

 

E: Me ha llamado poderosamente la atención de esta novela su personaje principal, Eloy Granero. ¿La erótica del mal o la erótica del poder?

 

SGS: El mal puede ser un poder… No creo que Eloy Granero sea un ejemplo del mal en letras mayúsculas, no es el malvado habitual. No tiene conciencia de ser un malvado. Tampoco creo que sea poderoso, aunque su estilo de vida o sus ingresos nos inviten a pensarlo. Creo, sencillamente, que Eloy Granero es un tipo devorado por los malos momentos… Es decir, en esta novela trato de analizar hasta dónde podemos llegar, qué sería de nosotros, si las condiciones más nefastas se combinaran y ensamblaran en nuestra contra durante un minuto o diez segundos… Y cuando me refiero a “condiciones más nefastas” no estoy señalando aquellas condiciones más habituales y rutinarias de nuestras vidas, como: estoy estresado, se me ha perdido el tabaco de la guantera del coche, he discutido con mi mujer porque me pone los cuernos, he dejado a mi hijo en casa con cuarenta de fiebre, mi jefe me quiere despedir y acabo de chocar con un turismo del que baja un individuo cagándose en mi madre y yo tengo, por casualidad, una llave inglesa al lado… No es eso… No… Me refiero a la debilidad personal que te lleva a escoger modelos que consideras inalcanzables, a lo que esperan de ti los demás, a no sentirte a gusto con tu vida… No es un ejercicio de casuística esta novela. O sí, pero una casuística más íntima... 

(continuará)

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